🪨 Minería argentina: el alto precio de no saber

Argentina está parada sobre una de las mayores oportunidades de desarrollo económico del siglo XXI, pero podría dejarla pasar por falta de visión, conocimiento y planificación. El Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), recientemente aprobado, abre la puerta a atraer capitales globales interesados en explotar minerales clave para la transición energética. Pero para aprovechar este tren que vuelve a pasar, hace falta mucho más que entusiasmo: se necesita inteligencia política y técnica.

A lo largo de su historia, nuestro país ha dado la espalda a la minería. Ya en 1813, el ministro de Hacienda Manuel José García advertía que “sin minería no hay agricultura, ni comercio, ni desarrollo sustentable”. Y aunque nombres como Sarmiento, Alberdi y Joaquín V. González defendieron esa visión, Argentina eligió ser agroexportadora y dejó el subsuelo olvidado.

Mientras tanto, nuestros vecinos —como Chile o Perú— consolidaron modelos exitosos que hoy les permiten generar divisas que superan ampliamente a todas nuestras exportaciones de granos juntas. No es menor: el cobre chileno, por ejemplo, aporta más que toda la Pampa Húmeda junta.


🚧 Infraestructura ausente, oportunidades presentes

Sin rutas, ferrocarriles ni energía en las zonas cordilleranas, con un Estado empobrecido y una economía frágil, el RIGI se presenta como una gran herramienta para atraer inversiones. La urgencia viene del planeta: en 2015, las Naciones Unidas llamaron a reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero, y los minerales críticos como el litio o el cobre son esenciales para lograrlo.

Argentina podría repetir lo que fue la venta de alimentos a Europa después de las guerras mundiales. Hoy, el litio, el cobre y otros minerales estratégicos pueden cumplir ese mismo rol. Pero, para hacerlo, necesitamos reglas claras, conocimiento técnico y una política minera moderna.


📉 Regalías mal pensadas, oportunidades perdidas

Uno de los errores más graves fue aumentar las regalías mineras del 3% al 5% sobre el valor “bocamina”, es decir, sin tener en cuenta si el negocio da ganancia o no. Esto ahuyenta inversiones y complica la competitividad. Los grandes productores de la región ya entendieron esto: tanto Chile como Perú implementaron hace años un sistema de regalías progresivas y móviles, que suben o bajan según la rentabilidad del proyecto.

El diputado Ricardo López Murphy propuso un régimen más moderno, que fija regalías entre el 5% y el 16% sobre la renta neta. Esta fórmula ayudaría a combinar el RIGI con reglas fiscales inteligentes, haciendo viable a largo plazo el desarrollo del sector.

El diputado López Murphy acaba de presentar un proyecto de regalías que permitiría optimizar la potencia del RIGI. 

❄️ Glaciares, mitos y populismo

A esto se suma una ley de glaciares tan rígida que no tiene equivalentes en el mundo. Escrita por ONGs internacionales y motorizada por el populismo local, su falta de reglamentación en artículos clave genera incertidumbre y frena proyectos. Nadie discute la importancia del agua ni del ambiente, pero tampoco se puede construir una política minera en base al desconocimiento técnico o el miedo.

Es urgente reglamentar con criterio científico los artículos 1, 2 y 6 de la ley 26.639 para proteger el ambiente sin matar las oportunidades.


🛠️ Competitividad, ciencia y decisiones maduras

La competitividad minera no depende solo de la Nación. Las provincias también deben poner de su parte: los impuestos como Ingresos Brutos, o la imposición de cupos arbitrarios de mano de obra y proveedores, empeoran el clima de negocios y desalientan inversiones. Nadie va a invertir miles de millones de dólares en un país que no tiene reglas claras ni previsibilidad.

Tampoco ayuda el rechazo oficial a inversiones importantes por motivos ideológicos o geopolíticos, como el caso reciente del proyecto de litio Mariana en Salta, que se cayó por una decisión del Gobierno Nacional. Una señal peligrosa en un momento en que el mundo busca proveedores confiables.


📊 El costo de no saber

Argentina necesita entender que su riqueza no está solo en el campo, sino también en sus montañas. Las oportunidades están, pero no se materializan solas. Hacen falta políticas públicas bien pensadas, educación técnica, acuerdos fiscales modernos y un Estado que acompañe, no que entorpezca.

El precio de no saber —de seguir ignorando la ciencia, el mercado y la experiencia internacional— es demasiado alto. Y ya lo estamos pagando.

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