La economía argentina vuelve a encender luces de alarma: la probabilidad de que el país entre en recesión se disparó a 98,61% en agosto, según el último Índice Líder (IL) de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT). La suba es impactante si se tiene en cuenta que en julio la probabilidad era de apenas 56,16%, lo que implica un salto de más de 42 puntos porcentuales en solo un mes.
El dato llega en un contexto de fuerte inestabilidad financiera, con tensión cambiaria, caída de bonos y acciones, y una creciente incertidumbre política tras la derrota electoral del oficialismo en la provincia de Buenos Aires.
El Índice Líder es una herramienta estadística que busca anticipar los cambios de fase del ciclo económico, es decir, detectar cuándo la economía deja de crecer y comienza a contraerse. Se construye en base a 10 series mensuales que, históricamente, cambian de tendencia antes que el resto de la actividad económica.
Entre las variables que lo componen se encuentran:
La UTDT señala que la función del índice es servir como “alerta temprana” para empresas, consultoras y formuladores de política económica.
La última medición de la UTDT muestra una curva con un cambio abrupto en agosto:
Se trata del valor más alto desde 2018, lo que sugiere que la probabilidad de una recesión en los próximos meses es casi total si no se produce un giro en la economía.
El dato coincide con un período de alta volatilidad cambiaria, suba del dólar paralelo y pérdida de valor de los activos argentinos en los mercados internacionales. Además, la incertidumbre política tras el veto presidencial al financiamiento universitario y las tensiones con los gobernadores generan un clima adverso para la inversión y el consumo.
Los analistas señalan que la combinación de factores externos (como la caída del precio de la soja) y locales (ajuste fiscal, menor liquidez monetaria, alta inflación) podrían profundizar la contracción económica en el corto plazo.
Aunque la UTDT aclara que el IL es un indicador estadístico y no un pronóstico oficial, su reputación como medidor de riesgo macroeconómico hace que sea seguido de cerca por bancos, consultoras y organismos del Estado.
Un nivel de probabilidad tan alto suele anticipar caídas en el PBI y mayores dificultades para la recuperación del empleo y el consumo. Para los especialistas, este dato obliga a monitorear las políticas públicas y acelerar medidas que incentiven la actividad para evitar un escenario recesivo prolongado.