El domingo electoral dejó un mensaje claro: Axel Kicillof salió fortalecido en la provincia de Buenos Aires y dio un paso firme hacia la construcción de un liderazgo nacional dentro del peronismo. La diferencia en las urnas sorprendió incluso a su propio entorno, que esperaba un triunfo, pero no con una distancia tan amplia frente a La Libertad Avanza.
“Esperábamos ganar, pero no por esta diferencia”, reconocían anoche cerca de las 22 en el búnker de La Plata, cuando la victoria de Fuerza Patria ya era irreversible. Afuera, sobre la avenida 51, la militancia transformó la espera en fiesta: banderas, cantos, fuegos artificiales y una consigna que se repetía una y otra vez: “Es para Axel, la conducción”.
La decisión de Kicillof de desdoblar las elecciones provinciales del calendario nacional había generado dudas incluso dentro del peronismo. Hoy, con el diario del lunes, la apuesta parece haberle salido redonda. En el distrito más poblado del país, el gobernador convirtió la contienda en un plebiscito de gestión y en un mensaje hacia la Casa Rosada.
Los resultados en la Primera Sección Electoral fueron más holgados de lo previsto: Fuerza Patria se impuso por 11 puntos cuando en los cálculos previos se esperaba apenas una diferencia de dos. En la Tercera Sección, bastión histórico del peronismo, la victoria fue contundente: Espinoza ganó en La Matanza con el 56%, Mayra Mendoza retuvo Quilmes con el 48% y Cascallares arrasó en Almirante Brown con más de 15 puntos de ventaja.
En el escenario de La Plata, Kicillof se mostró rodeado de intendentes que habían garantizado el triunfo en sus territorios. También estuvieron Sergio Massa, referentes del Frente Renovador, La Cámpora y la conducción de la CGT. La postal fue clara: un peronismo unido detrás del gobernador, con el exministro de Economía celebrando a su lado y un audio de Cristina Fernández de Kirchner felicitándolo que se transmitió en vivo durante los festejos.
Ese gesto, sumado a la centralidad que tuvo Kicillof en la noche electoral, alimentó la lectura de que el gobernador bonaerense comienza a perfilarse como el referente indiscutido de la oposición al gobierno nacional de Javier Milei.
En su discurso, el mandatario provincial no solo celebró la victoria. También envió un mensaje directo al presidente:
“Dijimos que veníamos a demostrar que había otro camino posible y a construir una alternativa. Este es un triunfo de los bonaerenses para todo el país y este es un triunfo del peronismo para todos los argentinos y argentinas”.
El pedido de reunión a Milei volvió a estar presente, como señal de que el gobernador buscará capitalizar políticamente la victoria más allá de las fronteras bonaerenses.
El resultado también le otorga mayor espalda legislativa en la provincia: el peronismo recuperó el quórum en el Senado bonaerense y sumó bancas en Diputados. Pero, más allá de lo inmediato, la mirada de los armadores políticos está puesta en 2027.
En entrevistas previas, Kicillof ya había señalado que el peronismo debía “reformularse, repensarse y reconstruirse” para volver a ser una opción competitiva a nivel nacional. Con esta victoria, se posiciona como el dirigente con mayor proyección dentro del espacio, respaldado por el peso electoral de Buenos Aires y con la legitimidad de haberle ganado al oficialismo en su primera gran prueba legislativa.
La celebración estuvo a la altura del resultado: un escenario imponente montado en las calles de La Plata, pantallas gigantes, drones y un show de fuegos artificiales que acompañaron el discurso de Kicillof. La militancia lo vivió como el regreso de un peronismo con fuerza, capaz de volver a ganar en territorio bonaerense después de más de dos décadas.
La última vez había sido en 2004, con Cristina Kirchner imponiéndose sobre Hilda “Chiche” Duhalde. Veintiún años después, la provincia vuelve a ser el escenario donde el peronismo encuentra impulso para soñar con el futuro.