Milei, en una emotiva reflexión, destacó que las diferencias que pudieran haber existido entre ellos se desvanecen ante la magnitud de este momento. Se trató de un verdadero honor para el presidente haber podido conocer al pontífice, resaltando la notable bondad y sabiduría que caracterizaba a Francisco. Esta conexión personal no solo era un encuentro entre dos figuras públicas, sino un intercambio profundo entre dos visiones de un mundo que clama por diálogo y paz.
Su recuerdo más vívido de aquel encuentro se remonta a febrero de 2024, en el Vaticano. En aquel intercambio de ideas, conversaron sobre temáticas cruciales como la crisis económica que aqueja a Argentina, la polarización política, y la posibilidad de una visita papal a su país. Momentos como este son testimonio de los puentes que se pueden construir en busca de soluciones comunes, más allá de las ideologías.
En respuesta a esta infausta noticia, la Oficina del Presidente anunció un periodo de siete días de duelo nacional. En un comunicado oficial, se resaltó la dedicación y el amor con que Francisco dirigió la Iglesia desde el Vaticano, así como su inquebrantable compromiso con la defensa de la vida, el fomento del diálogo interreligioso y su enfoque en la austeridad en la administración de la Santa Sede.
El mensaje culmina con una profunda despedida, en latín: “Requiem aeternam dona ei Domine. Et lux perpetua luceat ei. Requiescat in pace”. Unas palabras que evocan calma y paz, reflejando el deseo de que la luz perpetua ilumine eternamente al Papa Francisco. En este difícil momento, el recuerdo de su legado seguirá resonando en el camino hacia un futuro más esperanzador.
Así, la figura de Javier Milei se encuentra en un delicado equilibrio entre el luto y el homenaje, recordando que, en la vida, siempre hay espacio para el respeto y la convivencia, incluso en tiempos de desacuerdos. Ahora más que nunca, su voz se une a la de muchos que celebran la vida y obra de un hombre que dedicó su existencia a la humanidad.