El desayuno es mucho más que “la primera comida del día”: es el combustible que nos pone en marcha, influye en nuestro rendimiento físico y mental, y hasta puede ayudarnos a vivir más y mejor.
Un estudio publicado en la revista Nature asegura que elegir un desayuno saludable, adaptado a cada etapa de la vida, puede sumar hasta una década a nuestra esperanza de vida. La clave está en aumentar el consumo de cereales integrales, frutas y frutos secos, y reducir azúcares y carnes procesadas.
En los primeros años, el desayuno ayuda a formar hábitos que acompañarán toda la vida:
Dedicar 10-15 minutos a esta comida, en familia, ayuda a crear hábitos saludables.
Necesitan entre 1.200 y 2.200 calorías diarias. Ejemplo de desayuno:
Requieren hasta 2.500 calorías por su rápido crecimiento:
Entre los 20 y 50 años, adaptar el desayuno a la actividad física:
El metabolismo se desacelera, pero los nutrientes siguen siendo clave:
Para celíacos: maíz, arroz y productos sin gluten, evitando contaminación cruzada.
Para intolerancia a la lactosa: bebidas vegetales fortificadas sin azúcar, frutos secos, legumbres y tofu para aportar calcio y proteínas.
En resumen: no hay un único desayuno perfecto, sino que debe adaptarse a cada etapa de la vida, priorizando alimentos frescos y nutritivos para empezar el día con energía y salud.