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4 de abril de 2020

Trump y los narcos de las favelas, los inesperados rescatistas de los brasileños

Por: Página 12

Jair Bolsonaro insistió durante semanas en que la pandemia del coronavirus era apenas una “gripecita”

Brasil comienza a cambiar el rumbo del combate al coronavirus mientras muchos se preguntan si no es demasiado tarde. El presidente Jair Bolsonaro recibió una llamada de su colega estadounidense Donald Trump pidiéndole que se olvide de sus teorías negacionistas y que imponga la cuarentena total en el país. Le habría mostrado estadísticas que hablan de un desastre anunciado para los brasileños si no se restringen todas las actividades. Y quien hizo todas las gestiones para que esto suceda fue el asesor de ambos mandatarios, Stephen Bannon, que pasó de la xenofobia contra China por propagar la epidemia a convertirse en uno de los muy pocos personajes de la extrema derecha internacional que propicia la cuarentena absoluta. Y en esta lucha, Bannon y Trump tienen a unos aliados insospechados, los narcotraficantes que están imponiendo el toque de queda en las favelas de todo el país, para evitar el riesgo de que la pandemia llegue a los más desprotegidos.

El 11 de marzo, cuando ya hacía semanas que el mundo estaba en alerta y luchando por contener la propagación del coronavirus, Bolsonaro, aseguró que el brote era algo “de fantasía”. Es un “momento de crisis”, reconoció, pero “una pequeña crisis” exagerada por los medios de comunicación. “Algunos medios de prensa lograron hacer caer los precios del petróleo y otros productos, y también nos imponen el coronavirus. Es un problema del mercado de valores. Ocurre de vez en cuando”, agregó. Sus seguidores de la derecha populista se hicieron eco de los puntos de vista de Bolsonaro, y comenzaron a difundir artículos y publicaciones en las redes sociales minimizando el virus como “mera histeria”, “parte de una campaña organizada creada por los medios, las ONG y los comunistas”. Bernardo Küster, un blogger admirador del presidente brasileño y director del portal “Brasil sin miedo”, escribió que la situación era “en primer lugar, un gran experimento psicológico de manipulación a escala global”. Y se preguntó “¿Por qué no van a comenzar las pruebas para manipular el mercado internacional a través del miedo en un momento como éste?”. Luego, pasó a culpar de todo a China por propagar el virus con el objetivo de “quedarse con el control del comercio internacional”.

Bolsonaro venía de semanas en las que repetía que el coronavirus era “uma gripezinha” (una gripecita) o “incluso un resfrío”. Hasta que la realidad le pasó por encima y comenzó a reconocer el peligro. Pero lo hizo con su retórica de serie de cowboys de los años sesenta. Pidió a los brasileños que “lo enfrenten como hombres, no como niños. Todos moriremos algún día”. El gobernador de São Paulo, aconsejó a los habitantes del estado más poblado y poderoso del país, que no sigan las indicaciones del presidente. También lo insinuó el ministro de Salud hasta que fue amenazado por otros colegas del gabinete con “hacerlo renunciar”. Otros dos gobernadores aliados, de los estados de Goias y Santa Catarina se despegaron de los dichos del presidente y comentaron que su actitud era “espantosa” “muy peligrosa” y “aterradora”. Bolsonaro replicó diciendo que “muchos gobernadores son exterminadores de empleos”. En un video colgado en You Tube se puede ver al presidente recorriendo un popular mercado de Brasilia, saludando a los vendedores, dando besos y abrazos en momentos de la distancia social. “No se muere del virus, pero sí de hambre. Y si no volvemos pronto a la normalidad, vamos a tener después un problema de desempleo que nos va a llevar años resolver. No podemos parar el país”, comentó a un verdulero.

Hasta que vino la llamada de Trump. Son aliados ideológicos. En un principio, el estadounidense también había negado la importancia de la pandemia y algunos científicos lo acusan de haber retrasado las medidas y ayudado con su actitud a propagar el virus. Pero después de ver estadísticas muy preocupantes, le dijo a Bolsonaro que “Brasil tiene que parar”. “Él (por Bolsonaro) es un gran tipo y está haciendo un trabajo maravilloso. Fue una llamada de cortesía. Tiene un problema con el virus, hablamos con él esta mañana. Brasil se está parando, necesita parar. El mundo se está estancando, algunos países lo están haciendo bien. Espero que podamos salir de esto más fuertes que nunca”, dijo Trump en su habitual conferencia de prensa diaria para informar del desarrollo de la pandemia. Según el canciller brasileño Ernesto Araújo, los presidentes hablaron de cooperación ante la crisis, pero “no sobre medidas de distancia social o de la suspensión de todos los vuelos entre ambos países”. Lo cierto es que Bolsonaro tuvo que cambiar de actitud. Bannon, el estratega de “la nueva derecha populista” que dirigió la campaña que llevó a Trump a la Casa Blanca, fue quien, según un artículo de la revista Piauí, habló con amigos en común de la familia Bolsonaro para revertir la actitud del brasileño. Incluso le dio un consejo político gratuito: cambien el lema “O Brasil Não Pode Parar”, que el Palacio del Planalto estaba por lanzar, por algo más aggiornado como “Nada Pode Parar o Brasil”.

Para todo esto, Eduardo Bolsonaro, influyente diputado e hijo del presidente, ya había retuiteado un mensaje que responsabilizaba al Partido Comunista Chino por la pandemia de coronavirus, y agregó: “Quien vio la serie Chernobyl va a entender lo que pasó. Sustituyan una usina nuclear por el coronavirus y la dictadura soviética por la china. Una vez más una dictadura prefirió esconder algo grave que la expondría a un desgaste pero que salvaría muchas vidas. La culpa es de China y la libertad sería la solución”. La embajada china en Brasilia calificó el mensaje de “extremadamente irresponsable”. También en Twitter, el embajador chino, Yang Wanming, respondió que lo que dijo Bolsonaro fue un insulto hacia China y su pueblo, y que esa actitud “anti China no condice con su condición de diputado federal, ni con su calidad de figura pública especial”. En respuesta, el canciller Araújo le exigió al embajador que se retractara por su reacción “desproporcionada” e “inaceptable”. Al día siguiente, el hashtag #VirusChino se convirtió en trending topic en Twitter. Esto, según la Agência Pública de noticias, gracias al trabajo de robots y de influencers vinculados con los Bolsonaro. De acuerdo con una investigación que llevó adelante ese medio, los llamados a tuitear fueron impulsados en Whatsapp por grupos de partidarios del presidente. Los mensajes incluyeron también imágenes y palabras xenófobas contra la población de China. Uno de los principales promotores fue el youtuber Bernardo Küster. También se difundieron junto a este hashtag otros mensajes en defensa de Jair Bolsonaro y su hijo: “Respete al presidente”, “#Respeten a 57 millones de votantes” y “#Eduardo Bolsonaro tiene razón”.

Una encuesta de Datafolha publicada la semana pasada muestra que el manejo de la crisis sanitaria que hizo el gobierno de Jair Bolsonaro tiene menos respaldo entre la población (35%) que la gestión que hicieron los gobernadores (54%), quienes, según el presidente, actuaron con cierta “histeria”.

 

En tanto, los aliados impensables de Trump y Bannon para que se tome en serio la crisis, son las organizaciones de narcotraficantes y de paramilitares que operan en las favelas. En la mayoría de los asentamientos en los que viven 12 millones de personas en todo el país, se impuso el toque de queda a partir de las ocho de la noche. Y durante el día se restringió la circulación a todos los que no tienen necesidad de salir del barrio a trabajar. Camionetas y carros con altoparlantes recorren las callecitas con mensajes como éste que se puede ver en un video de You Tube: “Atención todos los moradores de Río das Pedras, Muzema y Tijuquinha!!! Toque de queda a partir de hoy a las 20:00 horas. Quien sea visto en la calle fuera de este horario va a aprender a respetar al prójimo!!!”. En Cidade de Deus, una de las favelas más famosas de Río de Janeiro, los narcos hacen sonar una sirena muy potente para marcar el momento en que todos deben guardarse en sus precarias casas. Algo parecido sucede en Jacarepagua, Guaratiba, Rocinha, Maré y el resto de los asentamientos de Río donde viven cerca de 1,4 millones de personas que están en una situación muy vulnerable ante la pandemia, y que constituyen el 22,03 % de los 6,3 millones de habitantes de la ciudad. Los dos carteles de la droga más poderosos, el Primer Comando de la Capital (PCC) y el Comando Vermelho (CV) ya hicieron correr la voz de que ellos se encargarán de la seguridad durante la crisis y que también ayudarán a todos los que necesiten alimentos y medicinas.



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