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19 de marzo de 2020

Coronavirus en la Argentina: ¿qué deberían hacer los mayores de 65 años durante el aislamiento?

Por: La Nación

Sobre todo, recomiendan que la familia realice un acompañamiento activo durante este período, tanto para evitar que se depriman o desorienten al quedar en un virtual encierro como para que entren en rebeldía y salgan a la calle.

Al ser el principal grupo de riesgo para el nuevo coronavirus , los adultos mayores fueron los primeros en entrar en cuarentena. En el país viven más de seis millones de personas de más de 65 años, que representan el 15% de la población. Pero ¿qué significa ese aislamiento social? ¿Pueden salir a hacer compras, recibir visitas de nietos o estar a cargo de cuidadores? ¿Qué ocurre con el personal doméstico?

 

Los especialistas consultados por LA NACIÓN dividen a esta población en dos grupos: aquellos que tienen que realizar "aislamiento social" y pueden hacer actividades mínimas y los que deben guardar cuarentena, sin contacto con otras personas. Sobre todo, recomiendan que la familia realice un acompañamiento activo durante este período, tanto para evitar que se depriman o desorienten al quedar en un virtual encierro como para que entren en rebeldía y salgan a la calle.

Medidas

Si viven con otros, deben poder tener un cuarto solo para ellos y, si es posible, un baño exclusivo. Y cuando interactúan con otros miembros de la familia, tienen que hacerlo a dos metros de distancia. "Observamos que la gente guarda las medidas de distancia e higiene fuera del hogar y las relaja dentro de casa. No debe ser así", advierte Julián Bustín, jefe de la Clínica de Gerontopsiquiatría y Memoria de Ineco.

Además, el adulto mayor que convive con otros debe tener sus pertenencias separadas de las del resto de la familia. Su plato, sus cubiertos, su vaso o taza, su toalla, entre otros objetos de uso personal deben mantenerse higienizados y sin contacto con otros miembros.

Luis Camera, jefe de la Sección de Medicina Geriátrica del Hospital Italiano, explica que entre los mayores de 65 años existen dos grupos: los robustos, que en general son los que viven solos y son autoválidos, y los frágiles, que viven con la familia o con cuidadores. "Los dos grupos se tienen que cuidar. Los frágiles, son más propensos a las infecciones respiratorias. Pero los robustos, muchas veces tienen otras patologías, como hipertensión o problemas cardíacos y no deberían sentirse menos expuestos que los frágiles. Todos se tienen que cuidar", apunta.

Los robustos

Los robustos suelen ser los más rebeldes, los que menos quieren quedarse en casa. "Tienen una sensación de que 'a nosotros no nos va a pasar nada', que 'somos fuertes'. Este grupo no necesita una cuarentena, sino un aislamiento social. Es distinto", dice Camera. Ellos tienen que realizar la menor cantidad de salidas posibles. Excepto las imprescindibles. Pueden ir al banco, salir a comprar la comida, algún evento de no más de 4 o 5 personas. Nada de salidas sociales. No deben tener contacto con los chicos, que es muy difícil porque, para muchos de ellos, el rol de los abuelos es importante. Tienen que canalizar por las redes su demanda de socialización y entretenimiento. Los hijos y amigos los pueden y los deben ir a visitar. Deben ser visitas breves y frecuentes. "Porque quizás este grupo no se deprima, sino que si se siente solo va a decidir salir", explica Camera. El rol de los hijos, "para que no se excedan y salgan sólo lo necesario", es fundamental, dice.

La cuarentena de los más frágiles

Dentro del grupo frágil, las medidas deben ser mucho más extremas. ¿Cómo identificarlos? Por ejemplo, si se pueden trasladar solos por sus medios o no, ilustra Camera. Los especialistas recomiendan armar pequeñas redes en los edificios para ayudar a que estas personas no salgan de sus casas, porque este grupo tiene que estar sumamente controlado. "El contacto de ellos con el exterior debe ser casi nulo", dice Camera. Sí se los puede visitar, pero con todos los cuidados. Lavarse las manos antes de entrar, evitar el contacto físico y oral a dos metros de distancia. No se debe compartir mate ni vajilla. Hacer visitas cortas. Y asegurarse de higienizar las superficies como la mesa y picaporte al salir.

Los cuidadores

¿Qué ocurre cuando el adulto no convive con la familia y tiene un cuidador que lo acompaña por las noches? ¿Y si realiza un tratamiento kinesiológico? ¿Es necesario mudar al adulto mayor a la casa de los hijos para poder monitorearlo?

Bustín señala que no necesariamente. Si la persona vive sola y es autoválida, hay que mejorar sus condiciones de aislamiento. Pero puede recibir visitas, las mínimas indispensables, siempre manteniendo la distancia de dos metros y con la higiene indicada. Sin chicos. Las personas que ingresen a ese ámbito deben ser las menos posible. Si se trata de personal doméstico, hay que asegurarse que no constituya un factor de riesgo y hay que estar seguros de que se trata de un servicio esencial, ya que se recomienda minimizar los contactos. Lo mismo aplica para los cuidadores, los profesionales de la salud y los tratamientos que les realizan.

"Hay controles médicos y tratamientos que no son esenciales y se puede postergar sin problema. Se debe consultar al médico de cabecera si es necesario realizarlo o si conviene postergarlo. En todo caso, manejarse por teléfono y evitar llevar al adulto mayor a un centro médico", apunta Camera.

Y recuerda que todas las personas tienen que tomar medidas extremas de higiene cuando entran en contacto con adultos mayores de salud más frágil, sobre todo cuando se trasladaron en transporte público. "Algunas de las medidas que pueden realizar los cuidadores o el personal doméstico es cambiarse de ropa, mantener la distancia y las condiciones de higiene, lavándose las manos e higienizando superficies de contacto", explica.

Demostraciones de afecto

Durante el tiempo del aislamiento, se desaconsejan los besos y abrazos, aunque otras demostraciones de afecto son vitales para que los mayores no se sientan excluidos y se depriman.

"A medida que pasan los días de aislamiento, se sienten más aislados y más aburridos. Se les hace más difícil mantener el aislamiento absoluto. Empezar a padecer la soledad puede aumentar la depresión, la ansiedad y el deterioro cognitivo", advierte Bustín.

"Durante el aislamiento, es importante que se respeten las rutinas y estas deben incluir desafíos intelectuales, ejercicio físico, mantener los ritmos de sueño. Además es importante mantener a la persona socialmente activa lo más posible", dice Bustín.

Para aquellos que viven solos, es importante que la familia tome el hábito de llamarlos por teléfono y mandarles mensajes. Lo ideal es que interactúen por lo menos con tres personas en el día, para mantener la estimulación cognitiva, explica el especialista. Durante la llamada, es importante que los familiares y amigos les pregunten qué hicieron hoy, qué comieron, si hicieron algún ejercicio físico, si leyeron algo. Que les digan que al día siguiente los van a volver a llamar para conversar.

"No debemos descuidar las rutinas de sueño. Si el día es demasiado tranquilo, si no se ventilan e iluminan los ambientes, la noche y el día no se dividen y empiezan las alteraciones de sueño que contribuyen a la depresión. Es importante cuidar este aspecto también", agrega Bustín.

 

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