La jugada de Alberto Fernández detrás del anuncio de renegociación de la deuda en plena pandemia
El Presidente considera que el momento lo puede favorecer en su objetivo de conseguir el mejor acuerdo posible para la Argentina. "Nuestras deudas no pueden condicionar ni el presente ni la prosperidad del futuro. Por eso debemos estar unidos ante nuestros acreedores", reiteró anoche tras la presentación de la oferta.
Alberto Fernández no se cree especialmente bueno en ajedrez, ese juego que el narrador de Abelardo Castillo en su cuento La cuestión de la dama en el Max Lange define como "bastante más hermoso que la vida". Sin embargo, el Presidente se comporta en política como si supiera de estrategia ajedrecística. Es cierto que la propuesta de la reestructuración de deuda de 66.238 millones de dólares con acreedores extranjeros se hizo en tiempo y forma y sin especular con que la Argentina está, como todo el mundo, atravesando una pandemia de coronavirus. Pero no es menos cierto que la astucia, tan necesaria en política, le prendió la lamparita al Presidente, que se dio cuenta de que presentar ahora la oferta a la Argentina y no más adelante, cuando pretendían los bonistas, iba a ser más beneficioso para el país.
Los bonistas hubiesen preferido que esa oferta se hiciera cuando el mercado "se estabilice", es decir, postergarla en el tiempo para cuando amaine la pandemia. Para poder, sencillamente, ganar más plata. Y el Presidente no cedió a esa presión. "A río revuelto, ganancia de pescadores y yo quiero ser el que tenga la caña", comentan que lo escucharon decir.
Lo cierto es que la jornada del jueves dio formal comienzo a la función: la oferta a los bonistas está hecha y para explicarlo de manera sencilla, entrecruzando las variables de quita de capital e interés, representa una quita del 65 por ciento y un período de gracia de tres años para empezar a pagarla. En el Gobierno hay satisfacción por el resultado de la jornada, con asistencia casi perfecta de gobernadores, de manera presencial o virtual. El Presidente estuvo flanqueado por la la Vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y por el opositor jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, muestra de consenso si las hay.
Alea iacta est
Dicho en castellano, la suerte está echada. En el Gobierno saben que la negociación no va a ser fácil, que va a haber pataleos, tires y aflojes, pero son optimistas respecto del resultado final de la batalla. Sobre todo por dos antecedentes favorables: el Fondo Monetario Internacional (FMI) ya había sostenido, antes de la pandemia, que la deuda argentina era insostenible y los líderes del G-20 también entendieron que la deuda,que no contrajo este gobierno, no puede ser pagada sin hambrear al pueblo. En el equipo económico, por su parte, esperan un fuerte lobby de los fondos de inversión en los medios hegemónicos de comunicación, que no suelen representar los intereses de la mayoría del pueblo argentino.
El apoyo de los gobernadores
Todos estuvieron presentes, de manera virtual o presencial y eso se lee en el Gobierno como un respaldo a la propuesta de reestrucuración. Claro que siempre hay matices: algunos mandatarios se fueron de Olivos sin decir palabra y otros hicieron claras declaraciones de apoyo, como el gobernador de Santa Fe, Omar Perotti. Dato de color: este diario pudo saber que el gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá, hubiese preferido declarar el default. Parece que es una costumbre familiar si nos retrotraemos a la decisión de su hermano Adolfo durante la funesta crisis del 2001.
Pasada la medianoche del jueves, después de un día agitado, el Presidente publicó en su cuenta de Twitter el balance de la jornada. "Cumplir con nuestras deudas no puede condicionar ni el presente ni la prosperidad del futuro. Por eso debemos estar unidos ante nuestros acreedores", dice el texto, acompañado por un video en el que se lo ve caminando con Cristina Fernández de Kirchner y en distintas postales de la extensa jornada del jueves.
Cuarentena y futuro
A pesar de las críticas que sostienen que en estos días hubo más gente en la calle que la semana pasada, antes del anuncio presidencial de la extensión del aislamiento, en el Gobierno no están preocupados por el dato porque creen sobre todo que se trata, por lo menos en la Ciudad de Buenos Aires, del movimiento habitual de la gente habilitada para ir a trabajar porque forma parte de la lista de servicios esenciales que están exentos de cumplir con la cuarentena.
Creen que, a grandes rasgos el acatamiento es alto, pero saben que el aislamiento va para largo aunque todavía prefieran no anunciarlo. Es por eso que todo los días se trabaja sobre medidas económicas que pretenden que la mano del Estado ayude a los que o bien están fuera del sistema formal de la Economía o tuvieron que parar de trabajar por la pandemia. "No lo decimos muy alto, pero los resultados del cumplimiento son mucho mejores de los que esperábamos cuando la anunciamos", dijo a PáginaI12 un miembro de la mesa chica del Presidente.
En adelante, el desafío el triple: que la gente "parada" reciba la ayuda necesaria para poder subsistir hasta el levantamiento de la cuarentena sin que haya un desborde social, que los bonistas acepten la reestructuración planteada por el Gobierno y, last but not least (último, pero no menos importante) que los argentinos no se cansen de cumplir la cuarentena y entiendan la importancia de mantenerse en sus casas.
Partidas simultáneas de ajedrez, el juego que se parece tanto a la política. “Roderer no parecía dispuesto a ningún contraataque, ninguna amenaza visible pesaba sobre mis piezas y sin embargo yo no dejaba de sentir ante cada una de esas jugadas incongruentes una sensación de peligro, el presentimiento de que iban configurando algo cuyo sentido se me escapaba, algo sutil e inexorable.”, dice el narrador de Acerca de Roderer, el fantástico libro de Guillermo Martínez. Ambos universos, política y ajedrez, son siempre apasionantes. Tal vez porque están vinculados a la inteligencia necesaria para llegar al jaque mate.