Un estudio reciente de la Universidad de Exeter ha encontrado que en lugar de perjudicar el bienestar, tener menos amigos en la vejez podría ser una ventaja evolutiva para la salud física. Investigaciones en primates, específicamente en macacos rhesus, sugieren que limitar las interacciones sociales puede reducir significativamente la exposición a patógenos, protegiendo así a individuos mayores de infecciones en un contexto de inmunosenescencia, es decir, un sistema inmunológico debilitado por la edad.
La «protección del envejecimiento»: un mecanismo adaptativo
El estudio, dirigido por Erin Siracusa, investigadora en comportamiento animal, indica que la «protección del envejecimiento» puede ser una ventaja evolutiva que reduce el riesgo de infecciones al disminuir los contactos sociales. Los científicos midieron la «centralidad social» de los macacos, observando que aquellos con menos vínculos en la vejez mostraban menor susceptibilidad a enfermedades, lo cual podría aplicarse también a los humanos mayores que tienden a limitar su vida social. “Este balance entre los beneficios y los costos de la sociabilidad cambia a lo largo de la vida”, explica Siracusa.
La paradoja del aislamiento: entre salud física y bienestar emocional
Aunque limitar el círculo social puede proteger contra infecciones, el aislamiento también tiene riesgos. La Organización Mundial de la Salud advierte que la soledad en la vejez puede ser tan perjudicial para la salud como fumar 15 cigarrillos diarios, con efectos negativos en la salud mental y cognitiva. El desafío, según los investigadores, radica en encontrar un equilibrio: mantener relaciones significativas sin exponerse a redes extensas que aumenten el riesgo de transmisión de enfermedades.
¿Una estrategia evolutiva para el bienestar en la vejez?
Este estudio abre una nueva perspectiva sobre el envejecimiento, sugiriendo que una red social más pequeña y de calidad podría ser clave para una vida larga y saludable. Limitar las interacciones sin sacrificar la conexión emocional podría convertirse en una estrategia natural de autocuidado en la vejez, adaptada a los desafíos inmunológicos y de bienestar emocional que enfrenta esta etapa de la vida.